Maternidad

No llevaré en mi vientre un pequeño capullo de vida, no adosaré malestares a mi salud física y mental, no observaré como mi cuerpo cambia progresivamente, no entenderé como un ser vivo se gesta dentro de mi vientre, no comprenderé el tiempo trascurrido entre la concepción y el nacimiento, no entenderé que una vida pueda depender íntegramente de mi, no sentiré el apego de un hijo para con su madre...simplemente por que mi útero estará vacío. No existen motivos, ni postergaciones, ni el deseo de encontrar al adecuado o priorizar los intereses profesionales, simplemente nunca existió el deseo de concebir. Dicen que una mujer crece, se complementa y se vuelve un ser majestuoso frente a la llegada de la maternidad y que en el fondo es parte de nuestro instinto.

"¿Cuándo es tarde para ser madre? “Mientras exista la posibilidad, nunca es tarde”,“El límite lo puso la naturaleza al darles a las mujeres un reloj biológico". La mayoría de las mujeres chilenas experimenta la maternidad entre los 20 y los 35 años, periodo en que están biológica mente mejor preparadas para ser madres, porque aún no se han presentado enfermedades que pueden complicar el embarazo, como la hipertensión o la diabetes, y que aparecen con la edad. “Sin embargo, si una mujer mayor es sana, tiene los mismos riesgos que una mujer más joven”. A partir de los 35 años, la fecundidad decae considerablemente. Así, la posibilidad de embarazarse naturalmente después de los 45 es muy baja".

A pesar de los antecedentes ya conocidos y la relación que nos puede enmarcar como físicamente "calificadas", hay indicadores que no figuran en estos datos y que están relacionados con el enfoque entregado en la crianza. Vaya que no es fácil ser una madre con sentido de responsabilidad, no olvidar que tienes a un ser dependiente hasta su edad adulta, un ser que observa tus pasos, persigue tus huellas, acata tus decisiones y reproduce tu forma de ver la vida, a través de sus acciones. Modelos perfectos no hay, pero si es posible ser un adulto responsable y preparado, consecuente y coherente con la forma en que sostienes los vínculos.

"No habrá ojos más críticos, claros y objetivos que la mirada de un hijo"

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