viernes, 17 de enero de 2020

Un País sometido por la violencia

Ante la incredulidad de muchos después de 90 días, la situación critica en Chile permanece.
Lo que observamos con esperanza un día y distinguimos como la voz valiente de las innumerables discrepancias sociales, hoy ha perdido su sentido. Recientemente Chile ha sido considerado a escala internacional, como uno de los países de "extremo riesgo" junto a naciones como Sudán, Zimbabwe y Líbano. Cuesta creer estar posicionados en un ranking cuya distinción apunta a la violencia política, el terrorismo, la insurgencia y los disturbios.
"La actual crisis hizo que Chile cayera en picada en el índice de riesgo, desde el 117 a solo el sexto lugar. "Nuestro pronóstico de referencia para Chile es una reducción menor en los disturbios en los próximos seis meses, mientras que el país permanecerá en la categoría de riesgo extremo hasta al menos 2022", planteó la investigación. (Estudio consultora británica Verisk Maplecroft).
¿Cómo fue posible llegar a este punto?. Muchos puntos de vistas, pero lo cierto es que el País ha caído en manos de una delincuencia desatada, una clase política incapaz de llegar a consensos y un gobierno totalmente superado y negligente. Un ejecutivo que respira con un insuficiente 6% de aprobación y que no ha sido capaz de diseñar mecanismos consistentes para provocar el cambio.
"En contrapartida, la desaprobación de Sebastián Piñera se disparó a un 82%. En el anterior reporte, este porcentaje fue del 50%. Además, un 81% aseguró que el mandatario actuó mal o muy mal como respuesta al estallido que comenzó en octubre de 2019. Este porcentaje es el peor que ha obtenido un jefe de estado “desde el retorno a la democracia” y “desde que se aplica esta medición”, según explicó Ricardo González, coordinador del programa de opinión pública del CEP.
Es que las demandas se convirtieron en una torre de descontento acumulado a través de los años y aunque el paso del gobierno intente ser precipitado, los cambios sustanciales no asoman y la convivencia reina bajo un descontento permanente, donde ya no existen diferencias de opiniones, sino que enemigos y adversarios y un país notoriamente más dividido que antes.
En algún momento creímos vivir en un País seguro, que nos proporcionaba sustento, estabilidad económica y laboral y un clima de tranquilidad y armonía. Estado que a pesar de los avances y crecimiento económico contrariamente va en picada.
"La economía chilena está en una situación extremadamente compleja, tenemos una paralización bastante masiva de la actividad. La violencia en las calles no solo ha afectado a grandes empresas, a supermercados, sino que también a toda la cadena que circula entorno a ello. Y eso está significando una caída en el empleo muy importante". En ese sentido, el también expresidente del Banco Central y exministro de Economía agrega que no es descartable que Chile llegue a sus niveles de desempleo más altos desde la década del 80, alcanzando los dos dígitos (hoy está entorno al 7%).
Una lógica que dicta de lo estándar, pues la linea de crecimiento debía ser de avance, sin embargo, hoy estamos muy lejos de aquello. Nuestro país se encuentra en manos de un sector que ha cobrado poder y le ha quebrado la mano al gobierno y a las fuerzas de orden y seguridad. ¿Habíamos visto semejante clase social antes?. No vivimos en una burbuja, sin embargo, es sorprendente ver esta gran masa delictual que crece y se alimenta día tras día de potestad y mando, sin poder ser coartados.
Han surgido políticas de estado que intentan frenar estos actos, sin embargo las leyes se entrapan por causas políticas y un congreso deficiente en acuerdos y capacidad de dialogo.
"Hay quienes argumentan que existe un financiamiento que los impulsa a "mantenerse firmes" y a no bajar los brazos y junto a ello que existen grupos políticos que apoyan su despropósito. Lo cierto es que esto no tiene freno y el sector mas perjudicado vuelve a recaer en los ciudadanos pacíficos y la clase trabajadora del País".
Para aquellos que soñamos en recuperar nuestra Nación y democracia, se vuelve difícil augurar un futuro próspero a corto plazo, cuando vemos a un País marcado con grandes secuelas, entregado a la delincuencia, inseguridad social, retroceso, oportunismo político y un liderazgo gubernamental que no fue capaz de asomarse.

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