En algún momento nos hemos topado con esa extraña sensación de pesadumbre, incomodidad, tristeza o decepción, al oír una respuesta que no es la que pensábamos procesar. En muchas ocasiones el lenguaje gestual suele endulzar el peso de las palabras, pero cuando no existe una figura presente, el discurso aflora ligero y claro como el viento.
Es complejo lidiar con las emociones y lograr enlazar una estructura corporal con un destello de palabras de forma armoniosa. Tan importante es entonces la necesidad de articular con el otro de forma presencial, evitando que nuestras emociones omitan la verdadera interpretación del mensaje.
"El poder de una mirada nos traspasará una emoción genuina y la entonación en ese armonioso juego de vaivenes darán obertura a un lenguaje codificado en su pureza".
La situación que vive el mundo entero provocada por la pandemia COVID-19, ha generado un distanciamiento forzado. La obligatoriedad de guardar refugio o mantener distanciamiento evitando la convivencia, se ha vuelto un verdadero desafío.
Al parecer los hombres necesitan forzadamente socializar, requieren de un vinculo y una convivencia diaria que permita producir el gesto más sencillo de todos: COMUNICAR.
Es aquí que el dialogo y el discurso armonioso se ha convertido en una potente vitamina y un antídoto para evitar el desgano, la soledad y un confinamiento que nos embarque en un mundo oscuro.
"El hombre es un ser social por naturaleza" es una frase del filósofo Aristóteles (384-322, a. de C.) para constatar que nacemos con la característica social y la vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, ya que necesitamos de los otros para sobrevivir.
Sin duda alguna nuestros sentidos están en alerta, recogemos cada palabra, discurso o información y la decodificamos con un sello propio y diferente. Nuestro mundo es distinto ahora y todo gira en torno a esta gran crisis sanitaria. He aquí la importancia de diversificar nuestro día intentando plasmar un sello distinto y trabajar para aquello que nos pueda hacer sentir motivados.
La importancia de una buena convivencia y una comunicación asertiva bajo un confinamiento obligado, ha dado luces de una realidad cada vez más conocida: "La violencia de género"
"La ONU Mujeres lo advirtió: la cuarentena por Covid-19 puede aumentar la violencia contra la mujer. En China, Francia, Italia y Corea las cifras mostraban un alza de al menos 30%. En Chile los organismos de la sociedad civil que trabajan estos temas han notado también un crecimiento. Y la línea 1455 del Ministerio de la Mujer ha incrementado su flujo de llamados en un 125% en los últimos 10 días. En estos tiempos de encierro, hay mujeres que viven una silenciosa violencia puertas adentro".
Los gobiernos estatales han puesto como prioridad, lo que es evidente: Salvar vidas y generar medidas para evitar la propagación del virus. Junto con la salud, la situación económica, la prole, las personas mayores y dependientes se anteponen por lejos a este problema.
Lo cierto es que nuevamente nuestro género sucumbe como eslabón ligero en una crisis que ya trae consigo innumerables cambios, transformaciones y consecuencias difíciles de sobrellevar.
"El aislamiento se ha convertido en la tormenta perfecta para el machismo, la resignación, el peligro, la sumisión y la obediencia forzada para muchas mujeres.
Ellos por otra parte no se sienten amenazados, las tienen bajo vigilancia permanente, saben que no hay otro, que no hay nadie más, ni familia, ni amistades, ni compañeros de trabajo y relajan así la necesidad de control".
El maltrato físico no sólo constituye el acto más cobarde e infame, hay palabras que forjan dolor permanente y terminan cediendo el valor más preciado en un ser humano: Su identidad.
No malgastemos este preciado Don, construyamos prosperidad con un arrimo de energía, valentía con gestos de gallardía y afecto con un acto genuino de valoración por el otro.
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