Existe un elemento de peso en la vida, además del dinero que sólo nos enmarca en una posición social y determina la capacidad de aceptación frente al resto. La "solidez mental" nos permite avanzar a paso firme y así mismo evitar las incertidumbres, desconfianza y ligereza en la forma de enfrentarnos a la vida.
He planteado esto antes ya que me parece interesante y creo que muy poco y nada se ha hecho al respecto en nuestro País. Siendo un tema postergado por otras causas que mayoritariamente proporcionan utilidades como resultado.
El desequilibrio mental, puede darse incluso en aquellos que pisan terreno firme, doblegando su condición de bienestar y quebrando su seguridad emocional en cuestión de segundos. Es que nadie esta ajeno a este conflicto, derrumbando incluso a los seres más poderosos en algún momento de sus vidas: Famosos, celebridades o estrellas del mundo del espectáculo; ya sea en el sector deportivo, audiovisual o artístico, nadie queda exento. Y es que su contexto y amplitud es tan extensa y a la vez tan imperceptible...
"La salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida. También ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones. La salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la adultez".
Últimamente y dada las condiciones sociales que vive el País, nos hemos nutrido de mucha información en su mayoría "oculta y/o desconocida" hasta entonces. Y una de ellas apunta precisamente al sistema de salud en Chile y su alto indice de desaprobación por la forma en que se conducen las atenciones en el sistema público predominantemente, donde la molestia se centra en las listas de espera interminables, personas que fallecen esperando ser operadas, escasez de medicamentos y alto costo de éstos, falta de horas en la atención primaria, bajo alcance de los exámenes preventivos y congestiones en las urgencias principalmente.
"La Organización Mundial de la Salud señaló que Chile destina aproximadamente un 2% del presupuesto total de salud en el sector público a salud mental (en los países europeos oscila entre el 8% y el 16%). Lo que implica que más de la mitad de las personas que presentan alguna enfermedad mental y que necesitan tratamiento no lo están recibiendo.".
Por otro lado la disconformidad también pasa por quienes sostienen sus atenciones y beneficios de salud con las entidades privadas (Isapres), las que se han convertido en un suculento y prospero negocio para los privados.
Surgiendo así algunas propuestas de "pata coja" en su diseño, formuladas a prisa frente al apremio y presión de una población exaltada, quien busca insistentemente obtener acuerdos sustanciales frente a las demandas, que más bien se han convertido en una apelación por los derechos de bien común para poder subsistir de manera adecuada en un País que en pleno siglo XXI no nos entrega ninguna garantía.
"Es evidente que las falencias estructurales del modelo de salud chileno vulneran el derecho constitucional al acceso y la cobertura en salud para la población".
Hay un tema de fondo en esto y pasa por la incapacidad para poder elegir, cuando "tus bolsillos están vacíos". Acá sencillamente no existe una opción, sino la obligación de tener que lidiar con lo que el sistema te ofrece "sin derecho a pataleo". Es fácil por tanto, entender la insatisfacción que se convierte en rabia e indignación, ya que el gobierno no ofrece garantías suficientes para sostener a un sistema de salud pública de forma eficiente.
Problema que se agudiza día a día, sumando adeptos a los que no pueden optar por un mejor sistema de salud, pues la tasa de pobreza en Chile alcanza un 10,7% y existe un 50% de Chilenos que percibe un sueldo mínimo y que bordean el desplome económico, sostenidos únicamente por el endeudamiento y las diversas opciones mercantiles.
No necesitamos calculadora en mano para entender que esta "mal repartida la torta", ya que de forma opuesta nos topamos con la creciente cifra de acaudalados, dueños de la riqueza financiera privada en Chile. Dentro de aquellas, las mal ponderadas Isapres:
"La Superintendencia de Salud informó que las utilidades de las Isapres en 2018 ascendieron a más de 64 mil millones de pesos. En relación al año anterior, las ganancias de las instituciones de salud previsional aumentaron en casi un 50 por ciento, y todas terminaron con resultados positivos".
Las Isapres que más utilidades generaron fueron Colmena, con 16.286 millones de pesos su favor, Nueva Masvida, con 11.654 millones de pesos y Banmédica con 10.867 millones.
El 18% de la población que entrega el resguardo de su salud al sistema privado, no es garante de un buen servicio, es que el sistema sólo se ha convertido en un "devorador de utilidades", postergando la preocupación del individuo como persona, des-garantizando la calidad de atención y las necesidades de "sus clientes". Así tal cual!, clientes integrantes de un negocio que tiene múltiples alianzas y que incrementa sus ganancias a costa de "nuestros propios bolsillos".
"Nos hemos convertido en "herramientas gestoras de utilidades" sometidos a un sistema nulamente benefactor y que ha olvidado nuestra condición de seres humanos".
Lamentablemente ninguno de estos sistemas mixtos de salud, nos proporcionan resguardo y garantía. Uno por su falta de capacidad para brindar una atención diligente, destinando un presupuesto que alcanza un 20,2% y representa unos $73.451 millones, una cifra insuficiente para salvaguardar al 76% de la población adherida al sistema público en Chile, por lo otro lado encontramos un sistema privado cada vez más limitado, cegado en sostener su espíritu inversionista, arrebatando groseramente ese 7% para financiar un sistema cada vez más incompetente en prestaciones médicas y atenciones de primera necesidad.
A luz de los antecedentes, ninguno de los sistemas tiene como prioridad un enfoque destinado a la protección de la salud mental en el País. Uno por no poder sostener una atención con alto costo y sin subvención y otro por limitar las opciones de garantías para el cuidado de una enfermedad que tiene más costo en su deterioro emocional que económico.
"En Chile más de un millón de chilenos sufre de ansiedad y cerca de 850 mil padecen depresión. Se trata de cifras sumamente preocupantes, ya que Chile es el segundo país de la OCDE que más ha aumentado su tasa de suicidios durante los últimos 15 años".
Los fármacos no son el único mecanismo para combatir la depresión, los trastornos de ansiedad, el estrés u otras dolencias de este orden, es necesario establecer una ley de salud mental e incrementar el gasto público para proporcionar una atención pertinente a su tratamiento.
"Chile un País en manos de empresarios y "acomodados", no pondrán nunca como eje central a las personas y sus necesidades, incrementando el sustento desbordado y acelerado de los privados que continúan "sacando una buena tajada" de los recursos obtenidos a partir de los propios Chilenos".
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